Desde que fui construido he pasado de generación en generación por las manos de los mejores. Por desgracia lo que yo deseaba era empezar desde lo más básico, ya que lo más difícil lo tenía aborrecido. Todas las personas para las que he trabajado se pasaban todo el día conmigo y viajando de aquí para allá sin separarse de mí... Hasta que morían. Me trataban demasiado bien, como si fuese su más preciado amigo. Durante mi longeva vida he vivido todo tipo de hechos históricos y he trabajado con todo tipo de personas, excepto con niños. Siempre he querido que un niño experimentase conmigo... Pero siempre era lo mismo: El virtuoso moría, me dejaba en manos de un coleccionista, éste me tenía encerrado en una jaula acolchada y tapado con una manta unos años y entonces venía otro profesional que se pasaba toda su vida pendiente de mi hasta que moría. Por fortuna mi monótona vida cambió.

Un día que me encontraba reposando en una de ésas malditas jaulas noté que alguien me transportaba, pensé: "Que extraño, normalmente me sacan de aquí para examinarme, nunca se me llevan así, sin abrir la jaula". Me puse cómodo y me dormí. Cuando llegué a casa y abrieron la jaula casi grito de emoción, era un niño, de unos tres años y de una familia de esas ricachonas. Los años pasaron y el niño cada vez tocaba mejor. Todos los días me hablaba, cosa que ninguno otro había hecho, por eso me encariñé con ese niño. Su deseo era ser un gran violinista. Ojala hubiese podido vocalizar para hacer feliz a mi nuevo amo y contarle todos los secretos que descubrí de los otros y hacerle feliz..., por desgracia mis efes no son articulables y no pude decir nada, el niño se hizo mayor y murió sin cumplir su sueño.